Este término llega a espantar a mucha gente, a tal punto que hay muchos mitos en torno a los cultivos transgénicos y el impacto que tienen en la salud humana y el medio ambiente. Aquí, te ofrecemos una guía sobre qué son, cómo funcionan y sus beneficios.
Los cultivos transgénicos, también conocidos como organismos genéticamente modificados (OGM), son aquellos a los que se les agregó uno o algunos genes de bacterias, animales o plantas. ¿Cuál es el objetivo?
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El propósito de estas modificaciones es mejorar los cultivos ya existentes. Por ejemplo, hacerlos más resistentes a una plaga, tolerancia a herbicidas, producir más proteínas o vitaminas o tolerar condiciones climáticas adversas como las sequías.
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En México, uno de los OGM más populares es el maíz BT, al que se le “incorporó un gen procedente de la bacteria thurigensis (bt) para que fuera resistente al taladro, una plaga muy común que ataca este cultivo”, señala Andrea Calderón, secretaria de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación.
“Es 100% seguro e inocuo para la salud humana, por lo que su consumo no nos supone absolutamente ningún peligro», detalla Calderón.
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¿Desde cuándo se siembra los cultivos transgénicos?
La siembra de organismos genéticamente modificados inició en 1996, desde ese época la superficie sembrada en el mundo no ha parado.
De acuerdo con el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones de Biotecnología Agrícola, unos 17 millones de agricultores siembran cultivan en más de 190 millones de hectáreas, en más de 29 países.

“Los productos transgénicos que se comercializan son 100% seguros para el consumidor, inocuos para su salud y no pueden provocar ningún tipo de toxicidad. Respecto a la cuestión medioambiental, parece ser que siguiendo buenas prácticas tampoco supone ningún perjuicio”, detalla Andrea Calderón.